Continuamos hablando del elemento y la interacción humana de las organizaciones luego del anterior post: “Organizaciones (in)humanas” (https://perflex.es/que-pasa-cuando-se-deshumaniza-una-organizacion/), con una reflexión basada en un escrito de Eduardo Galeano llamada “Humanitos”.
Escojo ese escrito porque en unas pocas líneas describe un amplio espectro de nuestra humanidad. Aspectos que vemos reflejados todos los días en todas las organizaciones del mundo, pero que dejamos de apreciar/contemplar por la presión de los quehaceres o la seductora comodidad de la rutina.
Y es que día a día, desfilamos hacia las oficinas, quienes tenemos la fortuna de tener una fuente de ingreso, para cumplir una labor. Ahora, muchos se ahorran el viaje y su “ingreso” se da al encender la computadora y estar “conectados”.
Independientemente del lugar desde el cual ahora trabajemos, las organizaciones no dejan de reflejar fiel e ilimitadamente ese misterio que es la interacción humana, entre pares, con clientes/proveedores, etc.
Acabo de escuchar que algo tan restringido (por su número de teclas), como un piano, tiene infinidad de permutaciones, no una cantidad limitada, una infinidad de posibilidades literalmente. ¿Nos damos cuenta de la infinidad de posibilidades que pueden generarse en una organización?
Esto va más allá de “buenos y malos”, se trata de personas, tan diversas y al mismo tiempo tan personas.
Se va pintando a lo largo del tiempo un lienzo inicialmente vacío, pero a medida que la organización comienza sus interacciones, queda algo tan colorido, tan intenso, que solo cuando nos tomamos el tiempo de apreciarlo desde una distancia razonable reservándonos el tiempo para ello, vemos su magnitud, y más si salimos de nuestro alcance de solo ver organizaciones y comprendemos que estas interacciones se están dando a lo largo del mundo. Es fascinante.
Volviendo al tema organizacional, nuestro lienzo se pinta de esperanzas, logros, decepciones, traiciones, miedos, resiliencia, honor, expectativas, nostalgia, etc.
Todas las personas de la organización dejan algo de sí en ellas, algunas más, algunas menos, pero todas pintan de algún color este cuadro gigantesco. No siempre es agradable, no se puede “idealizar” como algo idílico, o peor aún, algo fácil. Es como mirar el oceáno en la noche, no sabemos su profundidad.
Hemos dicho más de una vez que uno de los grandes retos del líder es lidiar no solo con lo “bueno” sino también con lo “negativo” de la gente, con esa oscuridad que también tiene su espacio en el lienzo.
Me cuesta tanto escribir acerca de todo lo que encierra e implica el aspecto humano de la organización. Tan maravillosos y tenebrosos al mismo tiempo. Hay quienes emprendieron una titánica labor de uniformar y reprimir lo que a su organización la hace humana, no sin justificación, al haber experimentado situaciones tan complejas como solo quienes anduvieron por este camino conocen y que tememos repetir y que preferimos evitar.
Aunque en nuestra humanidad está la llave del éxito, y tratar de reprimirla no solo es una tarea titánica, sino tal vez como intentar poner una cinta adhesiva a una represa. Querer contener algo incontenible.
Nos mueven aspectos tan básicos, tan primales, crean en nuestras organizaciones un mini ecosistema, donde vemos aspectos tribales, sociales, psicológicos, con los que tenemos que lidiar. Brechas de poder, de ingresos, diferencias generacionales, de equidad de género, incluso raciales o sociales. ¿Qué empresa no ha sufrido “hurtos” entre compañeros, que se pierden equipos, que corren chismeríos, rumores, mentiras, comportamientos fuera de lugar, etc? ¿Quién no ha recibido una mentira cuando ha solicitado una respuesta? ¿Quién no se ha sentido decepcionado/engañado de una o varias personas en su organización?
Y al mismo tiempo, ¿quién no tiene alguien 100% leal al equipo y a la organización? ¿quién no se conmueve cuando el equipo hace suyos los logros y los comparte? ¿O cuando ve un colaborador envejecer junto a uno mismo? Hasta un pequeño agasajo cumpleañero hecho con cariño es motivo de alegría, también lo es saber que se está aportando algo a nuestros clientes, que aportamos nuestro granito de arena para que las cosas sean mejores, que tenemos aliados (hasta amigos) en nuestros proveedores, que en momentos de mucho trabajo encontramos compañerismo, y no falta quien nos arranque una sonrisa, o nos dé ánimos cuando todo parece derrumbarse a nuestro alrededro. ¿Quién no se ha sentido inmensamente fuerte sabiendo que cuenta con su equipo?
Porque la organización es así, humana, con sus bemoles, con su mística. Quijotesca me resultó la tarea de tratar de describirla con palabras, mas aún así valía la pena intentarlo, porque no podemos dejar de lado esa magia que aparece cuando trabajamos juntos en una organización conformada por nosotros, por… humanitos.
Buena caza.
PS: Aquí el texto que inspiró el post.
Humanitos
Y aquí si quieres escucharla narrada por él: https://open.spotify.com/track/5y1qhS2sjV1GDt5KMOPOqR?si=5f777d36db7448fb