Espíritu y Oro de la Organización se refiere a las personas y al «tesoro» o riqueza que luchamos por obtener. Temas que tratamos en el blog. Es una alegoría a mi anterior post de “Personas y Dinero, en ese orden” (https://perflex.es/personas-y-dinero-en-ese-orden/).

Espíritu

Las personas son el espíritu de la organización. Son su esencia y en quienes reside la «magia» que nos permitirá lograr las metas trazadas. La interacción humana no es para nada fácil, somos tan complejos, tan profundos, que mientras más seamos, la organización reflejará cada vez más esa complejidad.

Un reto es el de equilibrar la colectividad con la individualidad. ¿A qué me refiero? Si dejamos que la colectividad absorba y “anule” a los integrantes de la organización en lugar de promover el talento y la evolución de las personas perderemos ese brillo y quedará solo una “masa” uniforme prácticamente sin rostro.

Por otro lado, si dejamos que la individualidad de alguien opaque y “anule” a sus compañeros corremos el riesgo de generar una excesiva dependencia de la organización a esas personas.

Podemos tener una estrella extraordinaria que haga una diferencia, pero al final requerimos un equipo que nos permita lograr los resultados. Hasta los mejores atletas del mundo requieren a su lado un equipo profesional, comprometido que les apoye y esté ahí para mantener ese nivel competitivo.

Recuerda que somos personas. Nuestros colaboradores son personas, los proveedores, los clientes, los accionistas, la comunidad donde están nuestras oficinas o instalaciones, todos los involucrados en la organización somos personas.

Cuando lo mantienes en mente tu estilo de liderazgo cambia. Porque lidiar con personas no es fácil, las personas pueden ser capaces de cosas maravillosas, pero también de atrocidades. Asumir el liderazgo es algo muy retador justamente porque no hay nada tan profundo como una persona.

Pero cuando tu equipo evoluciona, avanza, genera sinergia, los resultados serán los esperados (e incluso descubriremos cosas inesperadas). Lo cual, nos lleva al siguiente punto.

Oro

Esperamos de la organización prosperidad y crecimiento económico para los stakeholders, satisfacer necesidades de nuestros clientes, que los colaboradores reciban una remuneración justa, que los accionistas reciban un retorno por el riesgo que tomaron, impactar positivamente el entorno en el que operamos, etc.

Si bien en nuestro contexto actual asociamos la prosperidad con una buena situación financiera. Consideremos que nadie vive de plata (u oro). El derroche, la codicia, la extravagancia y la exageración son una amenaza latente que vemos en nuestro entorno.

Prosperidad no es tener dinero ilimitado. Viene a mi mente la historia del Rey Midas, que al tener el “don” (o maldición) de que todo lo que tocaba se convertía en oro, al intentar comer no dejaba de transformar la comida en oro y finalmente murió de hambre.

Una pregunta muy importante:

¿Podemos empezar a incluir en nuestro concepto de “prosperidad” (oro) el concepto de bienestar? Una palabra tal vez más valiosa, bienestar.

A mis ojos, la verdadera fortuna y signo de prosperidad es alcanzar y vivir en bienestar. Un reto aún mayor porque incluye una buena situación financiera, pero va más allá de estar forrado en oro, se trata de ESTAR BIEN.

Y ojo, bienestar no se trata de no hacer nada y rascarse, alcanzar el bienestar exige esfuerzo, es una lucha por alcanzar un estado de «plenitud organizacional» y su efecto multiplicador en la sociedad. Una lucha en la que se requiere nuestras habilidades de líderes para que, juntos, lo logremos.

Lograr el bienestar (el verdadero tesoro) es el resultado de la sinergia que podamos lograr juntos. Espíritu y Oro, en ese orden.

Buena caza.

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