“El que mucho abarca poco aprieta” es un dicho que escuché muchas veces, pero recién ahora entiendo su significado, especialmente ahora que veo la planificación de objetivos de las organizaciones con hasta 20 (o más) objetivos «estratégicos».
Cuando hay compromiso con nuestros objetivos como organización notaremos que eso requiere dedicación, y ello requiere no solo dedicar tiempo, sino energía, dinero, atención, etc.
El que mucho abarca poco aprieta
Si nuestros objetivos son muchos y muy diversos nos perderemos en ese remolino porque el papel aguanta todo. Una visión tiene su set de objetivos estratégicos, y esos objetivos se ramifican en actividades y tareas. Lograr esas actividades y tareas requiere recursos finitos.
He participado en muchas reuniones de planificación estratégica donde tener pocos objetivos para el semestre o el año parece incomodar a los asistentes y algo nos emociona y empuja a bombar con de ideas. Y donde teníamos 3 objetivos esenciales para el período ahora tenemos 15 o 20.
Al momento de hacer seguimiento no hay reunión que permita revisar todas las tareas involucradas en lograr esos 15-20 objetivos estratégicos. O si la hay dura más de 3 horas y no es viable llevarla a cabo frecuentemente.
Y así, sin darnos cuenta llegamos al final del período y cuando hacemos un recuento de los objetivos vemos que muchos de ellos ni se acercaron a cumplirse, como era de esperarse, pero lo más importante es que aquellos pocos objetivos críticos también sufrieron por esa falta de concentración.
Una decisión muy importante
Cuando nos casamos el compromiso no es solo estar con una persona, sino renunciar a todas las demás. Se dice que sí una vez, pero no olvidemos que habrá que decir que no muchas otras más.
Entonces ¿por qué en nuestra organización hay esta “poligamia” pretendiendo alcanzar un sinfín de objetivos sin comprometernos realmente con unos pocos?
Nos comprometemos con un objetivo durante un periodo, algunas organizaciones determinan planes quinquenales, anuales, etc. Para empezar, yo propongo que como organización nos comprometamos con pocos objetivos esenciales por un período de 6 meses.
Al final del cual podemos revisar nuestro desempeño y hacer las mejoras pertinentes. Si cumplimos nuestros 3 objetivos fácilmente entonces plantear hacerlos más retadores o aumentar uno más (solo uno). Si no lo logramos determinemos la causa y volvamos a plantear 3-4 objetivos. No enloquezcamos con la emoción del momento ante la cual nos dejamos llevar terminando con decenas de objetivos «estratégicos».
Lograr pocos objetivos ya tiene su grado de dificultad, y además involucra el reto de mantenernos concentrados diciendo que no a muchas otras posibilidades, a renunciar a todo lo demás.
Podemos anotar ideas para la siguiente sesión establecimiento de objetivos, pero no podemos dar volantazos cada semana.
Compromiso no solo es decir que sí una vez, sino decir que no muchísimas otras veces más.
¡Buena caza!