Hoy escuché la historia de un empresario que llegó al éxito financiero a la temprana edad de 40 años, lo tenía todo, propiedades, varias empresas y una situación financiera cómoda, pero perdió todo ello.

Luego de eso, tuvo que empezar de cero, y así lo hizo, habiéndolo perdido todo. Volvió a acceder a un crédito bancario para empezar otro emprendimiento y con la tenacidad que lo caracterizaba, salir adelante.

Todo esto me hizo pensar, ¿qué nos queda cuando perdemos aquello que habíamos construido?

Solo quedas tú

Si hoy perdieses aquello que construiste con tanto esfuerzo, ¿qué queda?

Solo imaginarlo es una situación complicada, especialmente para muchas personas que se identifican tanto con sus organizaciones que ya no conciben su vida sin ellas.

No solo dejamos que nuestras organizaciones nos definan, pasa con nuestros títulos, nuestra reputación, nuestra posición en cuanto a uno u otro parámetro social, nuestros logros, los logros de otras personas cercanas, etc.

Pues en ese caso, nos tendríamos a nosotros mismos.

No puedo escribir un post extenso sobre lo que implica estar solo con uno mismo. Es decir, es tan personal y somos tan distintos.

Ruido

A veces dejamos que todo el ruido acalle nuestra voz interna. Ruido en todas sus formas, que evita que estemos a solas con nosotros mismos. Capa tras capa se van sumando hasta que queda durmiendo. Hasta que, como en el caso del empresario cuya historia compartí, un sacudón nos vuelve a dejar frente a frente con este espejo en el que nos miramos sin ningún tipo de ruido, sin ninguna distorsión, tan vulnerables y a la vez tan capaces como lo fuimos en un principio.

Nuestro verdadero ser

Este ejemplo me lleva a reflexionar que a veces parecemos temer a estar a solas con nosotros mismos. Como si tratáramos de evitarnos. Poniendo el volumen al máximo, todo para deshacernos de quien siempre nos acompañará.

Por supuesto que habrá gente que nos apoyará y nos levantará el ánimo, amigos y familiares sin duda. Pero la compañía de uno mismo, el saberse tenaz y capaz aún en los momentos más difíciles, nunca puede pasarse por algo.

Trabajemos en estar a gusto con nosotros mismos. Confiemos en que ante cualquier eventualidad siempre estaremos ahí, para sacarnos adelante nuevamente, para volver a construir todo o para seguir construyendo y creando.

Si queremos confiar en nuestros equipos primero debemos confiar en nosotros mismos, no nos conformemos con lo promedio, busquemos lo extraordinario. Nos lo merecemos, una y otra y las veces que hagan falta.

Te deseo lo mejor.

Buena caza guerreras y guerreros.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *