La diversificación del riesgo financiero es tener suficientes activos en tu portafolio como para que puedas aguantar una caída parcial o total de uno o varios de ellos.

En otras palabras, que tus inversiones o las de tu organización no se encuentren concentradas en un solo lugar.

Identifica tu portafolio

Muchas organizaciones pasan por alto las evaluaciones a sus portafolios ya que se concentran en los resultados de la gestión. Dependiendo de la organización las inversiones pueden encontrarse en maquinaria, bienes raíces, instrumentos financieros, acciones o participación en otras empresas.

De cualquier manera, lo recomendable en primer lugar es identificar tus activos. No olvides que como accionista/socio la empresa también es un activo dentro de tu portafolio de inversiones. De hecho, para muchos líderes y emprendedores es el activo que representa la mayoría, si no es que todo, su portafolio.

¿Qué pasa sí?

En mi experiencia, la mejor manera de empezar un análisis de riesgo es preguntarse: ¿qué pasa sí? Puedes preguntarte qué pasa si un competidor nuevo ingresa a tu mercado, si se elevan los impuestos de tu rubro, si de pronto hay una recesión fuerte en tu país, etc.

Es una lluvia de preguntas sobre posibles escenarios adversos. Este sencillo ejercicio te permitirá ir identificando los riesgos de:

Tu organización ante posibles competidores u otros factores que te puedan sacar del mercado.

Tu industria ante posibles disrupciones.

Tu país ante posibles recesiones económicas que pueden mellar el valor de tus inversiones o su rentabilidad.

Tu región ante posibles contingencias sociales o políticas.

Claro que más allá del “mundo” no hay cómo diversificar el riesgo, aunque hay gente que piensa ir a Marte para hacerlo.

¿Qué tan probable e impactante sería?

Luego de haber identificado posibles riesgos para tu portafolio. Pregúntate qué tan probable es que pase y qué tanto te impactaría.

Esto te permitirá identificar las prioridades porque se recomienda actuar sobre los escenarios que representan una mayor amenaza para tu organización.

Si entre tus riesgos se encuentra por ejemplo la entrada de nuevos competidores y ello representa una gran amenaza para ti, puedes iniciar un proyecto para lanzar un nuevo producto o una nueva línea en un mercado no tan saturado.

Si tu riesgo se encuentra en que todo tu dinero está ahorrado en una sola divisa y hay peligro de una devaluación puede que debas considerar adquirir otras divisas o abrir una cuenta en el exterior para proteger parte de tu patrimonio.

¿Y ahora qué hacemos?

Continuando con el punto anterior, queda actuar. Dimos los 3 pasos previos para que entre tu lista de acciones se encuentren las más importantes, no sirve de nada tener 500 acciones por hacer. Se trata de enfocarse y actuar. Para poder así, pasar a las siguientes acciones.

Tu organización deberá cumplir las acciones definidas y revisar su progreso constantemente para asegurarse que se está avanzando.

La práctica le dará a tu organización todo lo que necesita para perfeccionar este proceso, pero lo importante es empezar. De nada sirve diseñar todo un plan de contingencia de riesgos o diversificación si no se actúa. Ejemplos sobran de organizaciones que sabían que afrontaban serias amenazas y que por la inactividad cuando quisieron reaccionar ya era demasiado tarde.

Es imposible escapar totalmente del riesgo, no pierdas la cabeza con eso, finalmente emprender es arriesgarse. Invertir es arriesgarse. Como líderes debemos lidiar con los riesgos y actuar para que ante una contingencia quedemos lo mejor parados posible.

Buena caza.

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