Acontecimientos globales recientes ilustran cómo pueden cambiar las cosas de manera repentina. Amenazando la estabilidad en todo aspecto, incluyendo la estabilidad organizacional, tema que aquí nos atañe.
Esa chispa de “cambio inminente” es una contradicción a lo rutinario, a lo monótono. ¿Entonces en qué quedamos? ¿Estabilidad o cambio inminente?
Por mi experiencia en el mundo organizacional la “estabilidad organizacional” que vivimos es una ilusión. Una ilusión del presente, de pensar que, porque algo se repite por un par de meses, ya es algo estable.
Pero, retrocediendo, viendo la historia de las organizaciones no solo por el mes, el trimestre o el año, sino hablando en un período superior a 3-5 años vemos que los tiempos de cambio fueron la mayoría, que esas épocas de “estabilidad” fueron en realidad algo fugaz. Que no hubo tal estabilidad o un período extenso donde realmente todo haya estado estable.
En promedio una persona está aquí unos 75 años, de los cuales, asumiendo que ingresa al mundo laboral a los 25, nos deja una carrera de 50 años. Las organizaciones tienen un espectro de vida mayor, algunas están en etapa start up y otras ya tienen siglos. A esto se suma la coyuntura económica, social y hasta política, que influye en la organización. ¿Qué vendría a ser lo «estable» para nosotros y cuánto tiempo tiene que suceder para considerarse de esa manera?
Nuestro deseo de estabilidad organizacional
Otra cosa es que anhelamos algo de estabilidad, los cambios son muy duros, agotadores. Queremos crecer, sí, pero sin mayores sobresaltos. La mayoría de las organizaciones está contenta con un incremento anual de entre 5 a 10%, controlar los gastos y listo.
Pero quienes estamos en este mundo, sabemos que no es tan fácil, el cambio es la constante. Que siempre surge algo, problemas, oportunidades, amenazas, logros extraordinarios, etc.
Una ilusión
No hay tal estabilidad, mientras antes aceptemos esa realidad, de que todo está en constante movimiento, será mejor para nuestras decisiones.
El mercado cambia, los tiempos cambias, el tiempo vuela. Todos esos símbolos que hemos creado para darnos esa sensación de estabilidad no pueden contener la verdad, que todo puede cambiar. Ni nuestras oficinas, edificios, etc. pueden evitar aquello.
Aceptemos que estamos en un mercado cambiante y tomemos al toro por las astas, si somos actores de este escenario esforcémonos por mejorar, porque el cambio sea para mejor, que no nos atrape desprevenidos.
No podremos “anticiparnos” a todocambio, pero podemos cambiar nosotros para estar mejor preparados para cualquier acontecimiento. No se trata de estar estáticos en el tiempo, sino de evolucionar, de ser nuestra mejor versión y que nuestras organizaciones acepten el dinamismo de nuestro entorno para dar cada paso.
Hay características que arrastramos desde nuestro inicio como sociedad, pero nuestro entorno cambia y toca adaptarnos a este péndulo gigantesco que va de un lado al otro sin preocuparse de si estamos listos o no, antes de hacer su recorrido.
¡Buena caza!