Una novela corta, distópica, encierra lecciones profundas sobre nuestra sociedad y nosotros mismos. Extraigo algunas que pueden servirnos como líderes y dentro de nuestras organizaciones.

A partir de aquí spoilers.

Prohibido Leer. Vivan las pantallas.

Un punto esencial de la novela es la prohibición de la lectura. La premisa es que evitando que la gente lea y, a cambio, dándoles entretenimiento burdo y banal, les ahorras la “molestia” de cuestionarse, de incomodarse al preguntarse si las cosas pueden ser de una u otra forma.

El argumento de “pan y circo” es más que evidente para mantener bajo control a una sociedad adormecida.

¿Qué nos enseña esto como líderes? Pienso que una de las lecciones está en la responsabilidad que tenemos sobre nuestro equipo, porque podemos intentar adoptar una actitud irresponsable de buscar su “sometimiento” o podemos lidiar con lo que un equipo motivado, que se cuestiona y que está involucrado puede exigirnos como líderes y como organización.

Otra lección muy evidente de este punto es no subestimar la lectura y el arte. Su poder de conmovernos o llevarnos a la acción es incuestionable.

Y cierro este punto parafraseando las palabras del autor cuando dice que la tragedia para la educación no es que falten libros, sino que falten las ganas de aprender. Una frase tan real hoy como cuando se dijo. En nuestros colegios y en muchas organizaciones.

Piensa por ti mismo.

Antes de ser incinerado, Beatty presiona casi demencialmente a Guy para que se vuelque contra los libros, increpándole que lo están “manipulando” diciéndole qué hacer y qué pensar.

Entonces, Guy, entra en una breve contradicción, es Beatty y la sociedad quienes le dicen qué pensar, o son acaso los libros y su amigo quienes se lo dicen.

Este dilema encierra, para mí, un gran mensaje, que es el de desarrollar nuestro punto de vista crítico. Y tomar nuestras propias decisiones.

Podemos caer fácilmente bajo la influencia de una línea de pensamientos que debemos discernir si es o no lo más conveniente para nosotros.

Rodeados de ruido, de influenciadores, de pantallas, de anuncios. Literalmente bombardeados por todas partes. ¿En un mundo donde todos dicen lo que piensan, muchos ni piensan lo que dicen, y otros tantos nos dicen qué pensar…? ¿tú qué opinas?

¿Hay alguna influencia muy fuerte que esté pesando sobre tu opinión? No tiene nada de malo que así sea, pero es bueno reconocer qué fuerzas nos llevan a pensar esto y aquello.

Dejar un legado. Crear algo.

Antes que la guerra se desate (justo antes que la bomba toque tierra), ya reunidos con los guardianes de los libros, Guy Montag es parte de un diálogo muy profundo.

Lo parafraseo: una persona debe dejar algo en este mundo, un hijo, un jardín, un libro, una obra, etc; es ahí donde reside un poco de su alma cuando ya no está.

Como líderes, nuestras organizaciones son parte de nuestra obra, de aquello que creamos. Lo que queda cuando ya no estamos.

En contraposición, ayer leí en otro libro, cuyo análisis saldrá próximamente, que cuando vemos nuestro tiempo de vida, no solo como individuos, sino como humanidad, es algo tan ínfimo en relación al universo (tal vez hasta en un multiverso) que cualquier legado que vayamos a dejar, tendrá una vida finita ínfima en relación al lugar en el que habita.

Estos opuestos me remontan a una frase de Ricardo Semler en el podcast de Tim Ferriss. Somos una partícula de polvo en una tormenta de arena, lo cual nos puede hacer pensar que somos irrelevantes, pero, por otro lado, nuestra vida es lo más extenso que llegaremos a presenciar, y eso de la mucha importancia.

En síntesis, somos nada y al mismo tiempo todo.

Refuerzo esto con que la vida es algo tan precioso, tan improbable que vale la pena usar nuestro tiempo para crear algo donde resida parte de nuestra alma cuando partamos. Es una apreciación personal, pero me gusta abrir la puerta para que cada quien reflexione al respecto y encuentre su propio camino.

Buena caza.