Vuelvo a pensar sobre aquello que nos ata, que, en lugar de promover nuestro crecimiento, lo evita.

Lo primero que viene a la mente son hábitos negativos, algún vicio, evidentemente nos atan y evitan nuestro progreso. Pero, pienso si por otro lado nuestra ambición, nuestras ganas de lograr algo, pueden ser contraproducentes.  

Hace poco escuché a alguien decir que nuestras decisiones pasadas se vuelven restricciones, lo explico un poco, tras haber estudiado la carrera de derecho, por ejemplo. Luego de 5 años (o los que sean) no concebimos hacer otra cosa, aunque en ese tiempo hayamos descubierto que no es lo nuestro.

Tampoco se trata de ir “picoteando” cosas un sin número de veces sin inclinarse por ninguna y dejar que el tiempo pase.

Se trata de identificar decisiones o situaciones pasadas que tal vez en su momento eran beneficiosas (o lo parecían) pero que ahora nos atan y evitan nuestro progreso.

Me viene a la mente alguien que buscaba lograr algo en beneficio de su organización, pero luego esa misma intención cambió y ya no se trata de aportar, sino de demostrar algo a los demás y a sí mismo.

Lo que al principio era una buena intención se convirtió en una atadura. En mi caso fue (y sigue siendo un poco) el emprender algo, era una fijación que tenía y me llevó a tomar decisiones a corto plazo que no dejaron madurar mis proyectos.

Miro atrás y pienso que, de haber sido más constante, sin dejar que esa cadena me jale el cuello, varios proyectos habrían crecido en lugar de haber sido eliminados por no haberlo hecho lo suficientemente rápido.

Continuará.

Buena caza guerreras y guerreros.

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