Somos arquitectos de nuestro propio destino, pero debemos empezar a construirlo.
Especialistas en crear esquemas mentales a nuestra vista infalibles, ideas, “meta conceptos” del mundo que en nuestro interior parecen ser a prueba de balas, y es más cómodo tenerlos guardados ahí, no vaya a ser que cometamos el error de exteriorizarlo y que sea juzgado, criticado, por las masas amorfas que componen la sociedad, por el mundo que no nos comprende, no, mejor guardarlo para nosotros únicamente. Ideas que consideramos visionarias, trascendentales, definitivamente destellos de genialidad.
No estoy de acuerdo con eso. ¿Qué objeto tiene dejarlas en la estantería de nuestra mente? ¿No estamos siendo egoístas con nuestra propia creación al no plantar cara por ella y lanzarnos al mundo para ejecutarla? Pienso que sí, el mundo necesita ideas en práctica, no solo teorías, sino resultados, un fracaso valdrá veces más que mil ideas enfrascadas en la cabezota.
Al parecer nuestros pensamientos no harán ninguna diferencia, esto es cierto solo si los dejamos guardados, pero si nos arriesgamos, aun en el fracaso habrán servido, porque son aprendizaje, son parte de nuestra experiencia en este mundo y no importa qué tan aterrador sea, no hay nada tan aterrador como irse al otro lado con una maleta llena de grandes ideas e intenciones, personalmente creo que tiene más atractivo irse con una valija llena de experiencias y vivencias. Porque la vida debe ser vivida, y nadie puede hacerlo por nosotras y nosotros.
Si las ideas tuvieran mérito cualquier persona estaría hasta el cuello de condecoraciones, porque casi todos tenemos la capacidad de idear, pero se requiere coraje para crear, para pasar del papel de nuestra mente al campo de juego del mundo exterior, con todo lo que conlleva, críticas, errores y hasta alguno que otro papelón ¿por qué no? Pero los mapas se hicieron gracias a gente que se atrevió a andar. Muchas cosas podrían haber salido diferente, pero el mundo es lo que es y tu realidad al leer esto es la que es. Tenemos dos opciones, seguir construyendo en nuestra cabeza ideas geniales protegidas por rejas y barricadas de excusas y motivos por los cuales no las ejecutamos o podemos poner la frente en alto y avanzar, tal vez con algo de temor, pero con firmeza y sobre todo con regocijo, no porque el camino esté libre de cucarachas y alguna que otra bestia, pero porque las comprendemos como parte de la experiencia y es el precio que estamos dispuestos a pagar por hacer una diferencia, por ganar una experiencia, una medalla intachable. El atrevernos a lograr algo en este instante al que llamamos vida.
¿Quieres algo? Ve ahí afuera y ¡gánatelo! Buena caza, guerreras y guerreros.