Doble personalidad. Según un ejemplo de Carl Jung, un médico puede tener dos personalidades, la casual, que muestra en su hogar y a su círculo cercano y la que empieza cuando se pone la bata blanca, cuando actúa como médico ya sea porque la sociedad exige un tipo de comportamiento de parte de un médico o porque él o ella piensa que es la forma en la que un médico debe comportarse.

Siguiendo esa lógica, y trayendo a la mesa la conocida frase “los problemas de la casa se quedan en la puerta al entrar al trabajo” o “los problemas del trabajo se quedan ahí”.

O, para familias empresarias, “lo que pasa en la oficina se queda en la oficina y se separa de lo que pasa en el hogar”.

La cultura organizacional nos invita a crear esta doble personalidad, de actuar de una manera cuando estamos en la oficina y de otra más natural cuando no lo estamos.

El tema de la personalidad múltiple es muy complejo y no pretendemos cubrirlo en un post, solo buscamos invitar a la exploración acerca de este fenómeno en los líderes empresariales.

Continuando nuestro ejemplo es importante mencionar que, según Jung, no es un problema siempre y cuando seamos conscientes de que la personalidad que mostramos cuando nos ponemos el “traje” de emprendedor, empresario, líder, etc. no es nuestro yo en su totalidad, es decir, mientras mantengamos consciente que es una personalidad que es parte de algo superior.

Mientras reconozcamos la existencia de ambos y evitemos creernos el cuento de que esa personalidad es nuestro “yo” total y verdadero, todo está bien.

Pero, si dejamos que esa personalidad nos devore y haga que olvidemos la otra, pueden ocasionarse serios problemas.

¿Es posible ser uno mismo sin necesidad de crear esta disociación? En mayor o menor medida nuestras características nos exigen reservarnos algunas cosas para nosotros mismos. No podemos ir como libros abiertos por la vida revelando hasta el detalle más íntimo, sería muy riesgoso para quien, en un caso de confrontación, pueda utilizarlo en nuestra contra.

Pero ser diametralmente opuestos, como una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde (alusión que Jung usa para refererise a la sombra, tema que hemos cubierto en algunos posts pasados), también puede traer problemas. Retornando a lo que comenta Jung, no es malo tener esta división de personalidades, pero debemos mantenerlas conscientes y evitar que una devore a la otra y “niegue” su existencia.

Ejemplificando, en el caso de una familia empresaria, no tiene mucho sentido sacarse los ojos en las reuniones de 9 a 12 de manera abrupta, donde todos están a punto de explotar y pretender que nada sucede mientras almorzamos tranquilamente los sábados. Finalmente, uno puede terminar pesando más que el otro y haciendo que el sistema se desbalancee y colapse. Podemos caer en negar la existencia de un elefante parado en la cocina.

Tampoco podemos pretender que una persona con un serio problema personal mágicamente se transforme al cruzar la puerta de la oficina y rinda tan bien como siempre. O viceversa, cuando hay un muy mal día en la oficina y queremos evitar que esa sensación entre a nuestros hogares. Somos humanos, no máquinas, con nuestras virtudes y defectos.

Sí podemos dividir las aguas, pero ser muy extremos, dejando que una personalidad devore a la otra ignorándola puede llevarnos al punto de desarrollar una neurosis.

A veces lo olvidamos, pero nunca está de más que tú lo recuerdes, y tú también.

¡Buena caza!

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