¡Buena caza, guerrero! Decía mi abuelo cada vez que salía a clases hace unos 15 años; al principio parecía algo exagerado que ir al colegio o a la universidad se considere ir de cacería puesto que la mayor amenaza era una materia aburrida y no que me devore un tigre. Pero, el tiempo me ha mostrado que no se refería a salir de clases con un venado en la espalda, sino a salir y lograr las metas, conseguir la presa, que en ese entonces era la formación y el aprendizaje exclusivamente; esto iba más allá de lo académico, la formación abarcaba lo social, lo personal, con sus aciertos y equivocaciones. El formarse, aprender y encontrarse. No fue fácil, pero fue un camino lleno de experiencias, un camino que se recorre solo, pero con el apoyo de la tribu.
Una tribu está compuesta por las vivencias de cada persona. Es la suma de cada elemento. Al mismo tiempo es un refugio, el lugar al que volver, una especie hogar, sea físico o digital. La tribu es donde, sesudamente, trazamos los planes para cumplir nuestros objetivos y desde donde, enérgicamente, nos lanzamos para conseguirlos. Lograr nuestras metas es una batalla con uno mismo, con el entorno y las condiciones. Claro que todos tenemos el potencial para lograrlo por nuestra cuenta, pero, ¿por qué no apoyarnos?
Ahora, en el sanguinario mundo laboral y profesional, veo la importancia de pertenecer, de colaborarnos genuinamente. Nuestras presas – metas no se van a conseguir solas, requieren de nuestra destreza, un toque de suerte, y mucho esfuerzo. Todo el apoyo que pueda darnos la tribu será de un valor gigantesco para materializar sueños y convertirlos en realidades.
La tribu, como ya mencioné, es un grupo de individuos, y su vez, una entidad por sí misma. El mundo se considera ahora una aldea global, pero por milenios las tribus se formaban por un puñado de individuos, hagamos conciencia de que estamos todos en un único planeta y cuidémoslo, claro, pero no olvidemos la importancia de pertenecer a una comunidad cercana, que ahora incluso puede estar esparcida por todo el globo; compacta, real, que genere ese sentido de pertenencia y no quedemos miles de millones de personas a la deriva dentro de esta “aldea global”; Ser tú misma sin dejar de pertenecer al colectivo, un balance difícil de lograr, pero tan indispensable para la supervivencia de la tribu como lo puede ser el conseguir la presa.
Celebremos la diversidad, es vital adaptarnos al entorno en el que se encuentre, y para ello requiere agilidad, fuerza, y una variedad de habilidades que provienen solo de la sinergia grupal. En las organizaciones podemos ver grupos de 500-1,000 personas que se llaman “Una gran familia” pero que no se conocen. La Tribu invita al acercamiento, y en este siglo a cooperación en lugar de confrontación, a compartir y ver en la otra persona no un rival, sino un compañero, cuyo bienestar también implica el mío. Y es que cuando tratamos de lograr impacto, de cambiar el mundo y agregar valor necesitamos todo el apoyo genuino, lo necesitamos de nuestra tribu.
Buena caza, guerreras y guerreros.